LA BELLEZA ES ILUSIÓN, UNA ILUSIÓN QUE DEBEMOS DOSIFICAR GOTA A GOTA

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La cosmética siempre ha sido ilusión, un mundo de glamour respaldado por la ciencia de sus fórmulas y la tecnología de sus envases y procesos de desarrollo, fabricación y calidad. Eficacia y resultados envueltos por la magia de la comunicación de las marcas, todo presentado de una forma para hacer soñar al consumidor.

La cosmética nos habla de emociones y son las emociones las que provocan engagement con la marca. Estas son en las que, de forma no consciente, el packaging desempeña un papel fundamental y es que, al fin y al cabo, es la tarjeta de presentación.

A través del envase se produce la primera interacción del consumidor con el producto y lo que éste transmita es muchas veces definitivo en la decisión final de compra. Muchos son los datos de mercado que sobre este punto se han publicado y que avalan la importancia del packaging. No en vano, el 96% de los consumidores declaran estar más predispuestos a comprar un producto si pueden tocar el envase en el punto de venta.

El consumidor busca la exclusividad y la diferenciación

El mercado cosmético es muy competitivo y dinámico. Los lanzamientos son constantes y cada vez más frecuentes y parecidos. El consumidor tiene un exceso de información y de oferta, y empieza a saturarse, casi a aburrirse. Por otra parte, el cliente está cada vez más informado y es más exigente que nunca. Crítico y participativo, pragmático y reflexivo; un verdadero rastreador en busca de la mejor relación calidad-precio, promoción y trato personalizado. Un consumidor, cansado  de la uniformidad y de la globalización, que busca cada vez más  productos personalizados, lo que está provocando un cambio en los hábitos de compra. Es proactivo, rechaza etiquetas y desconfía de mensajes gratuitos. . Todo un explorador y líder de opinión que cada vez más evalúa, solicita, recomienda y/o penaliza, convirtiéndose en prescriptor o detractor de todo producto que prueba.

Los consumidores de hoy perciben los productos cosméticos como experiencias sensoriales y como tal, esperan entretenimiento al usarlos, el placer de abrir el envase, la embriaguez de la fragancia, la funcionalidad del packaging, la dosificación del producto,  la suavidad de la textura, la delicadeza de la fórmula, su extensibilidad, su absorción,… Gestos habituales que forman parte de nuestra rutina de belleza que, aún no de forma consciente, nos despiertan muchos sentidos. Todo un mundo de ilusión y bienestar, que por supuesto debe acompañarse de resultados reales y visibles.

Las nuevas generaciones prueban continuamente nuevos cosméticos y comparten su experiencia en su entorno y en las redes sociales. En esta búsqueda de la exclusividad, del mejor cosmético para sus necesidades, del mejor servicio y bienestar, los valores que la marca transmite y su presentación son decisivos. El packaging juega un papel protagonista, tanto a nivel de imagen en la búsqueda e intención de compra, como en la experiencia de uso -aplicación, dosificación e interacción del usuario con el producto-.

Precisión y seguridad. Personalización y glamour. Belleza gota a gota

Cuando pensamos en tratamientos de choque, en fórmulas de alta concentración, en productos específicos que precisan de una aplicación dosificada y localizada, está claro que el cuentagotas es el tipo de envase que nos viene a la cabeza. Un concepto fácil de entender que el consumidor asocia a la farmacia y a la seguridad y eficacia que este canal transmite de forma implícita. Los cuentagotas de hoy nada tienen que ver con los que la industria farmacéutica utilizaba hace muchos años, pero sin duda fueron fuente de inspiración para los sofisticados y tecnológicos droppers de hoy en Virospack.

El cuentagotas es ideal por la precisión, facilidad e inocuidad en su uso. Un tipo de envase que tiene I+D y un importante desarrollo detrás que pocas compañías tienen la capacidad de realizar con garantía y calidad, que permite dosificar el producto gota a gota, aplicándolo sólo allí donde se necesita y gastando sólo el producto que se necesita. Un packaging que asegura además que la fórmula no se contamina en su uso ya que sólo la gota que se aplica toca la piel, quedando el resto intacta.

Si a estas emociones de los beneficios de uso propios del cuentagotas y a las connotaciones que su asociación con la farmacia conllevan, se suman el alto nivel de diseño y acabados de gran calidad de nuestros droppers, es fácil entender porque el cuentagotas es una clara tendencia de mercado.

Si además le unimos personalización y diferenciación,  algo que las marcas persiguen desde siempre y que hoy se ha convertido en una necesidad; a nadie le quedará la menor duda que nuestros droppers son la mejor opción para dosificar la ilusión de los productos de belleza.

Rosa Porras Mansilla

Marketing & Communications Manager en Virospack

rosa.porras@virospack.com