¿POR QUÉ ENVEJECEMOS (III)?

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CAP III (resumen): Radicales libres y su influencia en el envejecimiento

Los radicales libres son moléculas o fragmentos de ellas, muy reactivos e inestables, que contienen un número impar de electrones en su órbita externa. Su reactividad varía son la estructura química, temperatura y concentración de otras moléculas en su entorno. Ello hace que intervengan en otras reacciones, en especial, en aquéllas en las que haya transferencia de cargas, como ocurre en el caso de las oxidaciones. De ahí vino la sospecha de que una de las claves del envejecimiento residía, precisamente, en las reacciones químicas generadas durante el proceso de formación de energía celular; al ser el oxígeno el elemento primordial en este proceso, puede adoptar formas de radical que resultan sumamente agresivas. Debido a que el sistema antioxidante en el organismo no es totalmente eficiente, se pueden ocasionar cambios en él por los radicales libres, dañando gran variedad de sus moléculas constitutivas, como ácidos nucleicos, proteínas, lípidos y carbohidratos. Este estado se conoce con el nombre de estrés oxidativo y se presenta cuando el balance, en la formación de radicales libres, resulta desfavorable para las células. El estado oxidativo se da a corto plazo, en cuanto se sufre un daño por trauma, infección, calor, radiación, toxinas y ejercicios excesivos.

Los radicales libres son partículas extraordinariamente reactivas, ya que buscan la captura de un electrón y lograr, así, el octete estable en su órbita electrónica más externa. Ello comporta que, en la mayoría de los casos, tengan una vida muy corta, que se cuente en fracciones de segundo, existiendo solo como intermediarios de reacciones. Unos cuantos radicales libres son tan estables que pueden ser aislados, como en el caso del trifenilmetilo. Todos estos radicales relativamente estables presentan un elevado paramagnetismo, colores intensos y conducen bien la corriente eléctrica.

Todo ser vivo está sometido a una exposición continua de energía radiante procedente del sol y, asimismo, de diversas fuentes artificiales. Los daños producidos por la radiación sobre la célula pueden ser muy importantes y afectan, en especial, al ADN del núcleo. Ciertos radicales libres se combinan con los ácidos nucleicos provocando mutaciones que, en su inmensa mayoría resultan ser negativas. La piel expuesta directamente al sol sufre una serie de trastornos que se manifiestan, entre otros, por un envejecimiento prematuro. La radiación afecta, en especial, a los fibroblastos del tejido conjuntivo. El oxígeno atmosférico resulta, asimismo, afectado por la radiación, dando formas radicalarias iniciadoras de reacciones de autooxidación.

El oxígeno es necesario para la vida, pero la materia viviente ha debido crear una serie de mecanismo que la defiendan de sus efectos adversos. Además de los factores internos, actualmente, se sabe que existen otros exógenos, relacionados con el medio ambiente, que conducen a la formación del radical superóxido. Entre los más conocidos e importantes, cabe citar a los siguientes: radiación ultravioleta, rayos X, ultrasonidos, toxinas químicas, iones metálicos de transición (Fe, Cu) y radiaciones ionizantes. Enzimas como superoxidodismutasa, catalasa y glutationperoxidasa son capaces de captar y neutralizar los radicales libres oxidantes. Además, se conocen otros compuestos y los principales son: vitaminas reductoras (A, C y E), compuestos con grupos sulfhidrilo, ácido úrico, protectores de radiaciones, inmunoestimulantes, oligoelementos y flavonoides.

Cara al futuro, uno de los grandes retos científicos, será el de aprender a distinguir entre los efectos negativos y los positivos (que también los tienen) de los radicales libres, anulando aquéllos en lo posible y estimulando, por otra parte, las facetas positivas. La bioquímica va a representar aquí, un papel importante y, a la vez difícil, ya que las reacciones de los radicales libres, además de muy complejas, son de una duración efímera. Hoy por hoy, incluso recurriendo a los más sofisticados métodos tecnológicos, resulta extraordinariamente complicado, dilucidar cómo transcurren los procesos bioquímicos en los que intervienen radicales libres. Por otra parte, tienen una misión muy importante en la evolución de las especies, al provocar gran número de mutaciones que son fundamentales para su progreso biológico. Cabe destacar, asimismo, que la función clorofílica, mediante la cual, los vegetales sintetizan materia orgánica a partir de otras de origen inorgánico, tiene lugar a través de radicales formados por el concurso de la energía solar.

Aunque el envejecimiento sea una consecuencia del paso del tiempo, y la duración de la vida está regida por unos genes de longevidad, resulta que éstos quedan muy influenciados por las condiciones ambientales, las cuales tienen una importancia decisiva, generan radicales libres que provocan mutaciones en las células y, muy especialmente, en su código genético. Los enzimas, anteriormente mencionados, actúan como mecanismos naturales protectores de los genes responsables de la longevidad. Por lo que cuanta mayor sea la actividad de los enzimas antirradicales, mayor será la expectativa de vida.

Ruth Margalef

Biogründl